El valor de la paz: La diferencia entre ser pacificador y ser pacifista.

Hay una imagen que se repite alrededor del mundo respecto a la lucha entre el bien y el mal, y es la imagen de grupos de mujeres agresivas irrumpiendo en lugares de culto, lanzando todo tipo de sustancias y objetos a lugares de iglesias. Y, por el contrario, cadenas humanas de personas impidiendo que estas penetren sus lugares de culto, mientras son insultados y maltratados de forma abierta e indignante. El contraste es sumamente marcado: agresividad total, versus creyentes. ¿Pacificadores o pacifistas?

Pareciera que esto fuera una mera cuestión semántica, ser pacificador y ser pacifista, pero las diferencias son importantes y las implicaciones, profundas. El llamado en la cultura judeocristiana es a ser pacificador, lo dijo Jesús hace 2000 años. En cambio, el movimiento pacifista surgió en la primera década del siglo en un ambiente realmente singular: Alfred Herman Fried y Bertha von Suttner, él un austriaco, ella una feminista alemana, ambos de países envueltos en guerra. Bertha fue ayudada por el gran Alfred Nobel. En Estados Unidos también inició este movimiento a través de algunos famosos pastores.

Los detalles anteriores son importantes para comprender no sólo cuán nuevo es este movimiento, sino cuán singular y heterogéneo fue desde su origen, al punto que existen al menos dos grupos: uno radical y otro moderado. ¿En cuanto a qué? Al rechazo de todo tipo de uso de armas y lo que considera confrontación y violencia. La violencia suele definirse de forma vaga a veces (los pacifistas practican resistencia y desobediencia a cierto nivel, aunque persistente como el mencionado al principio, y que con un poco más de intensidad, catalogaría como violencia un grupo al otro o a los que no perfilamos o no compartimos su filosofía).

El pacifismo es insostenible, puesto que vivimos en un mundo saturado de maldad sin límites y, por lo tanto, la violencia que ellos ejercen con propósitos egoístas, malignos, constantes y a niveles no solo personales hacia individuos, sino también a nivel masivo, debe no solo ser resistida de manera justa, sino también de forma radical, estratégica y creativa. Estas estrategias pueden incluir el diálogo, la protesta, el boicot, la resistencia… pero también la defensa propia y la llamada por autores serios como John Stott «Guerra Justa», como la que se libró contra Alemania. ¿Qué hubiera pasado sino se hubiera respondido con tanta contundencia?

El pacificador, en cambio, entiende la paz como una meta que no implica pasividad o siempre resistencia, aunque se puede practicar cuando la vida no peligra. Entendemos que, en este nivel, podemos poner “La otra mejilla” (soportar, dialogar, callar, perdonar, tolerar), pero el mismo Jesús demostró prepararse para tiempos que cambian, y lo hizo mencionar expresamente la palabra “espada”. Un pensador lo expresó de esta manera: “Anhela la paz, prepárate para la guerra”.

Entender la diferencia entre ambas filosofías es vital, principalmente porque fortalece la conciencia del pacificador, el luchador por la paz, cuando es acusado de ser hipócrita por el hecho de defenderse o apoyar causas justas como ciertas guerras, conflictos y hasta la pena de muerte ( tema que se abordará en próximos editoriales). ¿Recuerdas la imagen con la que comenzó este editorial? ¿Qué pasaría si afirmara que no se puede resolver el acoso cada vez más agresivo y hasta mortal del feminismo, poniendo la cara en cada fecha especial? Se necesitan estrategias más serias, profundas y maduras que lleven a soluciones permanentes. ¿Es realista pensar que se puede evitar el conflicto y la confrontación?

¿Es realista pensar que nuestras naciones van a resolver sus profundos problemas, tan complejos como la ideología de género, con interminables diálogos? Siendo que estos y otros grupos de poder componen ya en abrumadora mayoría el actual gobierno civil, ¿crees que en realidad les interesa ni siquiera negociar? ¿Negociar qué, teniendo todo el poder? ¿Más leyes? ¿Para qué más si las que hay no cumplen y para colmo son cada vez más contradictorias? Y siendo que esos mismos grupos componen el gobierno, ¿podemos esperar leyes más justas o mejores que las anteriores hechas por ellos mismos? Pacifista y pacificador no es lo mismo. Aprende con el movimiento valores más sobre el tema y cómo aplicarlo a la vida cotidiana.

Rey Cortez.

Presidente del Partido Valores.

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