Día internacional de la mujer ¿Es realmente de ella y para ella?

Por supuesto que no, pero ¿es un día propuesto por el gobierno lo que da dignidad?

¿No fueron mujeres las que iniciaron esta festividad? Sí, mujeres como Theresa Malkiel (mucho menos conocida al principio) en América y Clara Zetkin desde Europa promovieron la inclusión de la mujer en su agenda comunista en pleno apogeo entre 1907 y 1911. ¿Y qué mejor que una festividad en la que se sintieran identificadas? Es posible juzgar hasta cierto punto noble la motivación de esas dos mujeres mencionadas, no así la de los líderes que estuvieron de acuerdo.

Con luchas internas y oposición dentro de las mismas filas del primer grupo de líderes históricos aún vivos (como se espera en todo cambio), la primera celebración reconocida oficialmente como tal del Día de la Mujer, en América (porque ya Clara Zetkin lo había empezado a proponer, par de años atrás en Alemania e incluso en su internacional socialista), llamado «Día Nacional de la Mujer» se llevó a cabo el 28 de febrero de 1909 en Nueva York, organizada por el Partido Socialista de América, bajo el liderazgo de Theresa Malkiel, socialista, nacida en Rusia.

Inspirada en parte por los socialistas estadounidenses, la socialista y feminista alemana Luise Zietz propuso el establecimiento de un Día de la Mujer anual, con el apoyo de los líderes comunistas, Clara Zetkin y Käte Duncke, feministas prominentes del Partido Comunista de Alemania durante la República de Weimar (1920-1933). El 19 de marzo de 1911, el Día Internacional de la Mujer fue celebrado por primera vez, a nivel masivo, por más de un millón de personas en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza: hubo muchísimas manifestaciones y huelgas alrededor de toda Europa.

¿Por qué el “Día Internacional de la Mujer” se celebra el 8 de marzo?

El 8 de marzo de 1917 fue importante e histórico en la capital del Imperio ruso, Petrogrado. Las trabajadoras textiles comenzaron una manifestación que marcaría el comienzo de la Revolución de febrero, que junto con la Revolución de Octubre formó el golpe de estado que llevaría a los bolcheviques comunistas al poder del imperio Ruso en noviembre de ese mismo año. Las mujeres en San Petersburgo se declararon en huelga ese día por pan y paz; exigiendo el fin del zarismo (la monarquía).

León Trotsky, uno de los teóricos más influyentes del comunismo y uno de los siete miembros originales del primer Politburó, fundado en 1917 para administrar la Revolución Bolchevique (del cual Lenin y Stalin también formaban parte), escribió: «El 8 de marzo fue el Día Internacional de la Mujer y se planearon reuniones y acciones. Pero no imaginamos que este ‘Día de la Mujer’ inauguraría la revolución. Se planearon acciones revolucionarias sin fecha, pero por la mañana, a pesar de las órdenes contrarias, los trabajadores textiles abandonaron su trabajo en varias fábricas y enviaron delegados a pedir apoyo… lo que llevó a una huelga masiva.

Siete días después, el emperador de Rusia, Nicolás II abdicó (eventualmente los comunistas lo masacrarían junto con su esposa, cuatro hijas y un hijo pequeño) y Rusia entraría en su etapa más sangrienta, violenta y represiva en la historia bajo regímenes comunistas por 74 años, hasta el desmantelamiento del Muro de Berlín en 1991. Después de la Revolución de Octubre (1917), Vladimir Lenin consagró el 8 de marzo como día festivo oficial en la Unión Soviética. La fiesta fue celebrada predominantemente en los países comunistas y por movimientos y partidos comunistas alrededor del mundo. Por ejemplo, fue celebrado por los comunistas en China a partir de 1922 y por la líder comunista, Dolores Ibárruri, que dirigió una marcha de mujeres en Madrid en 1936 en vísperas de la Guerra Civil Española.

Pero, entonces, ¿por qué todo el mundo lo celebra ahora, incluso países históricamente «anticomunistas» e incluso iglesias cristianas?

Las Naciones Unidas (ONU) lo promovieron desde los años 60. De hecho, declaró el año 1975 como el Año Internacional de la Mujer y, a partir de 1977, la Asamblea General de las Naciones Unidas «invitó» (no olvidemos que los decretos de la ONU no son meras sugerencias amistosas para los países, son leyes sobre las mismas constituciones) a sus miembros a proclamar el 8 de marzo como el Día de las Naciones Unidas para los derechos de las mujeres y la paz mundial.


Así se originó y se desarrolló el 8 de marzo como el «Día Internacional de la Mujer»: una fiesta comunista, socialista, marxista con un rostro «humanitario», y todo gracias a las feministas. ¿Significa esto que los de la verdadera derecha y verdaderos capitalistas estamos en contra de honrar a las mujeres o su dignidad? Por supuesto que no, pero ¿es un día propuesto por el gobierno lo que da dignidad? Aunque Trotsky no lo dijo literalmente, ¿no fue obvio que esa celebración fue aceptada por los beneficios que traería al partido más que por las mujeres en sí? ¿O no es cierto que el marxismo cultural prohíbe definir la palabra «mujer» excepto como «constructo social»? Una jueza de la Corte Suprema de los EE. UU. se negó a definir qué es una mujer. ¿Qué derechos defienden o celebran entonces? ¿Es esa «fiesta» la única o la mejor manera de honrar a las mujeres? Si la respuesta es NO, entonces ¿cómo se les honra realmente? En primer lugar, conociendo cómo fue creada y diseñada, ya que de esa manera se sabe cómo tratarlas en base a principios, en cualquier contexto (familia, vecindario, lugar de estudios, trabajo, etc.) y, en segundo lugar, redimiendo la palabra «igualdad», dejando libre al hombre y a la mujer para que asuman decisiones en libertad con responsabilidad, lo cual es precisamente coartado por el estatismo, la doctrina que dicta que el gobierno puede y debe hacer todo por todos, cuando ya sabemos que esto equivale a ser un padre consentidor y que neutraliza las capacidades del hijo para enfrentar la vida. Esta última comparación ni siquiera es buena porque el gobierno ni por cerca es ni debe ser visto como padre, pero así se le ve hoy, y el precio es una eterna pobreza y miseria general porque no solo inutiliza a la sociedad usurpando responsabilidades privadas, sino que para hacerlas, inevitablemente toma más y más impuestos, incesantemente.

Un gobierno limitado a sus funciones es vital para que todos podamos vivir y desarrollar el potencial que Dios ha puesto en nuestras vidas. Luchar por esto es luchar por una verdadera dignidad, valores. Luchamos por la verdadera dignidad de la mujer (como del hombre) sobre la base de la verdad, la única que trae libertad.

Rey Cortez.

Presidente del Partido Valores.

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